
Después de “DESDE EL ALFÉIZAR” y
de “DESDE EL SUR” José María Fedriani nos traen una colección de poemas con
otra mirada: DESDE… LO HONDO.
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EN LA PRESENTACIÓN, que fue en el
salón de la Parroquia de San Jacinto, Javier Rodríguez comentó que lo
primero que le sugiere el libro, mirando la portada es el título “DESDE LO
HONDO”, ello lo lleva a trasladarse a la recitación del salmo 129 “Desde lo
hondo a Ti grito, Señor…”, salmo al Dios de la misericordia conocido en el
ambiente monacal como “De Profundis”. Y también al libro que Oscar Wilde “DE
PROFUNDIS” escribí desde la cárcel, cuando la sociedad inglesa le dio la
espalda ante diversas acusaciones contra él. Como así mismo, comparó la
profundidad de los poemas que aparecen en el libro con muchos de los poemas de
Miguel Hernández.
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Luego habló de su relación con
José María quien conoció como parroquiano pero que luego ha ido encontrando un
amigo; amigo siempre abrigado por su compañera Reyes, sin la cual seguramente
no podría ofrecer la entrega y dedicación que presta en la parroquia o tener tiempo para escribir cosas como el libro que hoy presentamos...
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Luego tomó la palabra Javi Aguilera, diciendo:
Muy buenas tardes a todos. Me siento agraciado de poder estar aquí para
presentaros este nuevo libro que José María Fedriani nos ofrece. Si podemos
decir que en cada libro que tenemos entre manos nos encontramos con su autor,
en este libro eso lo podemos decir con mayor fuerza. Quien lea este libro, y os
animo a leerlo, se va a encontrar con el Fedriani comprometido en esta
comunidad parroquial y en este barrio de Triana, se va a encontrar con el Fedriani
del té de la buenas noticias, se va a encontrar con el Fedriani de la aulas
matinales, de creemos y esperamos, del grupo de Bartolomé de la Casas por el
empleo, de… Este libro que Fedriani nos presenta es un libro lleno de vida, de
libertad y compromiso.
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Pero dejadme que comience con, oración primera, uno de sus poemas:
Madre, dime:
¿por qué, para qué me das la vida?
Mujer, compañera:
¿qué quieres de mí? ¿me amarás
siempre… como soy?
Camarada en andadura
y de destinos: ¿aunamos fuerzas?
Hombre, hermano:
¿qué vamos a hacer, juntos,
para que llegue a ser realidad
cuanto es posible y deseamos?
Y yo, a mí mismo
me pregunto…
sobre el sentido de la vida:
¿qué hago aquí?, ¿a dónde voy?
¿Por qué mi cuerpo y mi razón
me invitan a vivir en relación…?
Y quizás antes:
¿quién soy yo?, ¿de dónde
me nace toda la inquietud
que embarga mi ser?
¿Por qué soy así (diferente)
y no como el resto…?
Además de:
¿Quién gobierna mi vida
y dirige la historia?
¿Quién es Dueño de todo
lo que vemos
y de cuanto podemos disfrutar
como si fuera algo nuestro?
Y digo que me dejéis comenzar por este poema porque este poema nos lanza
las preguntas fundamentales que José María va a ir respondiendo en este libro:
¿Por qué y para qué la vida?
¿Con quién y junto a quien vivirla y
compartirla?
¿Qué vida y que mundo queremos?
¿Quién o qué vertebra nuestra vida?
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La primera parte del libro, la parte que podría haber escrito un creyente y
un no creyente, nos habla de vivir la vida, de ponerse en camino y de ser uno
mismo.
La vida hay que hacerla:
buscándonosla,
proyectándonosla,
construyéndonosla.
Se trata
de querer ser
quien se es.
José María nos habla de pasar por el mundo observando la realidad y
dejándonos tocar por ella:
Porque tengo ojos, veo.
Porque tengo oídos, oigo.
Porque tengo manos, palpo.
Porque tengo un corazón, siento.
Ningún ser humano me es ajeno.
Con mis ojos, puedo mirar,
sonreír o atender…
Con mi boca puedo hablar.
También comer
y saborear los alimentos.
También besar.
Porque pienso
Y mi mente despierta a la curiosidad,
leo, observo, descubro…
Porque percibo sensaciones,
sé lo que es el frio y el calor;
lo que es grato y desagradable;
lo que es la luz…;
me doy cuenta lo que es el dolor…
Con mis manos, puedo dar y recibir.
También escribir, también acariciar.
Puedo arrancar maleza,
puedo sembrar semillas…
Puedo amasar el pan,
también moldear el barro.
También puedo ofrecer una flor roja.
Y también una margarita
y una amapola
y la rama de un aromo…
Con mis pies puedo caminar,
Puedo ir hacia allá o venir…
También puedo bailar
y hasta pisar la uva…
Ninguna realidad humana me es ajena.
Hambres, guerras, desempleo, negocios
sucios,
desamor e incomprensión, fanatismos y
sinrazones…
Ningún problema humano me es ajeno.
Nos habla, como podemos ver en este poema, que somos seres capaces de
sentir, dejándonos penetrar por la realidad, sintiendo compasión ante ella y
siendo capaz de actuar en la misma para transformarla. Nos habla de algo muy
importante: como personas humanas que somos no podemos ser ajenas al dolor y al
sufrimiento de tantas personas humanas que lo pasan mal en nuestro mundo.
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Y José María nos va a invitar a comprometernos:
Si yo no soy capaz
de amar la vida,
por encima de todo,
no merezco vivir
la vida digna.
Si yo no soy persona
que apuesta por la Paz,
por encima de todo,
es que, acaso, no entiendo
el valor de la armonía.
Y si no sé trabajar
por un mundo más digno,
por encima de todo, haciendo cuanto
puedo
llevándome a mejorar todo…
… puede ser que la Historia
me juzgue firmemente,
por encima de todo;
pues nadie es solidario
sin entregar su amor.
Y todos conocemos el dicho de “obras son amores, y no buenas razones”.
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Las siguientes partes del libro, que solo puede haber sido escrita por una
persona creyente, nos habla de la creación y de la realidad del pecado,
presente en cada uno de nosotros; nos vuelve a hablar de la creación y de la
comunión que ha de darse en ella y de la que forma parte la mujer y el hombre,
y de nuevo regresa a la creación para hablarnos de la bondad de la misma y de
su belleza. Una creación que es un regalo y pura gratuidad.
La creación de la Vida
es pura perfección. Es la armónica
belleza de los colores,
de las texturas, de los sonidos,
de las fragancias, de los sabores…
Cada brote o indicio de vida
tiene un sentido.
Sí… mi alma amiga:
cada vida, cada ser
lleno de vida,
tiene
al menos una misión.
Podemos estar seguros
de que somos parte
de esa Obra perfecta;
y felices hemos de estar
de haber sido invitados a la vida…
tal cual somos.
Ojalá que sepamos
llevar a nuestros días
el agradecido sentimiento
de tener la vida entera
para gozarla…
Pero no podemos creer en este Dios creador, en este Dios que nos crea y nos
regala la vida si no creemos en la vida, si no optamos por ella, si no creemos
en el porvenir, si no alimentamos la esperanza.
Es hora de creer;
es hora de creer en la Vida,
es hora de creer en la Felicidad
que puede llegar a ser total y eterna,
es hora de creer en la Esperanza
y en la Alegría y en la Paz
y en la Justicia y en el amor.
Creer en algo es saber buscarlo;
por y para siempre, es no desesperar,
es optar por ello;
entregándose plenamente
para que todos lo consigan…
cuanto antes.
¡Creemos en la vida!
No podemos decirnos “creyentes”
si no creemos en el por-venir,
si no tenemos esperanzas y pensamos
que el mañana siempre es mejor que el
ayer.
Y que hoy no es más que el paso
que estamos dando… hacia delante;
…
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Y para este camino, para esta travesía tenemos todos y todas la cercanía de
un Dios al que podemos dirigirnos para pedirle la dicha de no dejarnos
arrastrar por los valores del mundo cuando estos valores se alejan del otro y
de la solidaridad con la que hemos de vivir, y se centran en nosotros mismos y
en el consumismo al que nos vemos arrastrados en nuestra sociedad; un Dios al que podemos acercarnos para
dejarnos transformar por Él y que nos ayude a no vivir observando y juzgando a
la gente; un Dios que nos conceda la satisfacción de ser cómplices del Amor.
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Tenemos, para este camino, un Padre que no llena de luz y nos regala la capacidad
de iluminar. Para ello Él mismo se ofrece como luz para que podamos ser
reflejos de una luz que es más grande que nosotros mismos. Una luz, que como
nos dice José María, nos ayuda a quienes navegamos por la vida a seguir sus
caminos.
En este camino, le podemos sentir a nuestro lado, tocándonos, con su mirada
fijada en nosotros, sabiendo que nos invita, que nos llama, que nos envía… Y
José María se pregunta:
¿podré responder,
seré capaz de soportar
toda la carga, el trabajo,
la dedicación
que Tú esperas de mí?
Nuestro autor sabe dónde encontrar el apoyo, dónde poner su confianza, y
este apoyo y sustento no es otro que el Dios que quiere transformar nuestra
mirada para que nos fijemos en la realidad y sintamos lo que Él siente; para
que aprendamos a ver la bondad y la belleza; para que viendo seamos capaces de
llorar con los que lloran y seamos capaces de emocionarnos. Una mirada que,
sobre todo, sea capaz de ver a Dios y que nos a vivir como Él quiere: amando,
sirviendo, compartiendo y así, transformar nuestro mundo para que sea el amor
lo que lo mueva. Y quien dice amor dice paz, y dice justicia, y dice alegría, y
dice libertad, y dice amistad y fraternidad y dice…
Dame, Señor, unos ojos limpios.
Quiero ver lo que Tú ves, sentir
lo que Tú sientes cuando ves…
Ojos para ver la realidad.
Ojos para descubrir toda la belleza
que existe y está viva… ahí, delante de
mí.
Ojos para ilusionarme. Ojos para
esperar.
Ojos para sanar. Miradas
para perdonar y para brindar amistad.
Te pido unos ojos que sepan llorar
cuando hay que llorar;
que sepan emocionarse siempre
que la ocasión lo merezca;
que sean capaces de enternecerse
ante las muestras palpables de los
sencillo y los tierno.
Ojos para que, además de ver,
sepan soñar con la Verdad total.
Ojos que no se me distraigan
a la hora de vislumbrar cuando
los campos “ya están amarillos para la
siega”…
Padre: más que ver, quiero ser visto…
en primer lugar, por Ti.
Necesito sentir que Tú te has fijado en
mí.
Padre, Tú lo sabes, ver y también
ser visto:
Que lo que viven y hacen
todos los hombres y mujeres del mundo,
no me pase desapercibido.
Y, también, que mi opción de vivir
como Tú quieres, amando,
sirviendo, compartiendo…, sea vista
por quienes buscan
una orientación para sus vidas.
Quiero ser testigo de ese modo de vivir
al que Tú nos invitas;
para, así, hacer de esta Tierra
un Camino de amor eternizante.
Te lo digo porque hay a quienes
les gusta saber, Señor, que tu luz
es la luz que va conmigo:
que la historia de mi vida es:
estar contigo.
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Y, este apoyo lo encuentra también muy claramente en la vida de Jesucristo,
Dios encarnado. Tiene un poema, que no voy a recitar porque me alargaría
demasiado que se titula “te vemos…” y que nos habla de ese Jesús que padece y
en su padecimiento nos llama y nos invita a escuchar los padecimiento de hoy;
que en su padecimiento nos invita a escuchar esas verdades y buenas noticias
que muchos intentan callar porque no interesan; ese Jesús, que padeciendo, nos
denuncia las traiciones, las injusticias, la falta de dignidad de las personas
cuando no son reconocidas a maltratadas, las crucifixiones actuales, las… Pero
también nos muestra a ese Jesús que en su padecimiento nos enseña otra manera
de vivir y estar en el mundo, desde la entrega por amor, desde el compromiso
por un mundo más justo y más humano, desde la confianza en un Padre que sigue
actuando en nuestra historia… ¿Seremos capaces de responder a su llamada?
No quiero terminar esta intervención mencionar la importancia que para José
María Fedriani tiene María. Termino con sus palabras:
“Conocer y reconocer a María de Nazaret,
más que como Reina como mujer sencilla, ejemplo de radicalidad frente a los
malo y comprometida con la causa de apoyar a los más necesitados, no es un
asunto trivial para cualquier persona que quiera seguir la senda del Reino de
los Cielos; porque María, indudablemente ¡fue la primera cristiana!”
“Camina con nosotros, Madre-hermana…”
Muchas gracias José María por
este libro que alimenta nuestra fe en el Dios de Jesucristo y nuestro
compromiso por el Reino, por un mundo más justo y más humano.

En tercer lugar, tomó la palabra el autor, saludando las buenas noches a toda esta excelente
audiencia y dando gracias especialmente a Javier y a Javier… y también a
cuantas personas habían hecho el esfuerzo de estar presentes en el acto.
Luego, se expresó así:
Supongo que me corresponde decir eso de “es
para mí un honor…” pero, esta vez, aunque sea algo fuera de lo normal, diré que
doy gracias a Dios y a también a quienes habéis respondido (espero que no por
compromiso) a esta invitación de tener la oportunidad de poder compartir hoy mucho
de lo que llevo en lo más hondo del corazón.
Presentar un libro es como una fiesta que se me
da la oportunidad de organizar, para reunirme con personas que me importan. Es
un regalo que me hago, contando con vuestro consentimiento. Una oportunidad
para conectar vivencias propias con vosotras y vosotros…
Con este libro, podría decir que (a quienes se
atrevan, a fijar sus ojos en estas ciento y pico de hojas escritas con mi
sentir más profundo) les dejo asomarse a mi alma… ¡para dejarles ver algunas de
mis intimidades!

Puedo decir, por eso, que aquí me tenéis,
desnudo ante mí mismo y desnudo ante quienes me acompañáis en esta aventura de
descubrirme, abiertamente (desde ya, en este rato y más aún en las páginas del
libro quienes quieran llevárselo).
La vida es siempre una narración de poesía: de
poemas de rima libre; aunque, a veces, tantas veces, la escribamos en prosa.
Realmente pienso que es una gracia de Dios
haber tenido la oportunidad de saber descubrir la belleza; como también lo es
haber tenido maestros que me enseñaron a expresar con belleza las cosas que
quiero decir…
Y no sólo la belleza que se palpa, la que es fácil
percibir al abrir los ojos y oídos. Porque también hay belleza cuando logramos
descubrir hermosos gestos, sentimientos, entregas generosas en las personas que
no dejan de hacer algo para que el mundo sea, cada día un poco mejor.
Cuestión que, si pretendemos ser consecuentes,
nos llevará a tomar postura ante la realidad que nos rodea: ¿qué hacer o dejar
de hacer?, ¿por qué?, ¿con quién o quiénes?
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Pues sí, estos tiempos son "raros" (¿…?).
Y yo me pregunto, cada día ¿qué es lo que nos pide el Padre-Dios, aquí y
ahora? Intentando ver los "signos de los tiempos"... Desde luego
aprehender a CONFIAR: caminando, a veces, aún con la poca luz que haya.
San Juan, en su Evangelio, nos dice “caminad mientras tenéis la luz”
(Jn. 12,35).
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Claro que… ¿y si (en medio de la tormenta) no vemos nada de luz?
Pues también el mismo S. Juan nos ofrece la pista primera carta:
“estando en comunión unos con otros” (1ªSJ 1,7).
Vivir es un aprendizaje. Aventura inacabada,
todavía inacabada. Razón fundamental por la que todavía estamos aquí.
Tantas veces se tratará de encontrar lo que ya
tenemos; pero que, distraídamente, no hemos descubierto. Todavía.
Y, por ello, seguir buscando y buscando,
descubriendo, hasta sorprendernos.
Sacar más vida de la vida, arriesgándolo todo…,
para ir encontrando el corazón de los acontecimientos, de lo agradablemente
bueno y de lo dificultoso, difícil o, acaso, malo…
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En las primeras páginas del libro, me justifico
diciendo que:
Unas veces por causas ajenas, otras por
distracción, acaso hasta por temor..., no dedicamos tiempo (suficiente) a
pararnos para escuchar las palabras que nos dice el corazón.
Hasta la Vida, unas veces la podemos percibir como
un regalo (el más valioso), pero también puede que, en ocasiones, no nos damos
cuenta del valor que tiene, o nos falta el coraje de reconocerlo; como si ello
nos fuese a exigir una respuesta tal que pensamos que no sabríamos cómo
corresponder…, ni a Mamá-Papá Dios ni, tal vez, a mamá y papá humanos
portadores de esa vida nueva que nos es regalada.
También hay ocasiones en las que,
distraídamente, no somos conscientes de que vivir es más que “disfrutar” de los
acontecimientos, de las “oportunidades placenteras” que se nos presenten; sino,
también, de trabajar por la felicidad de los demás seres humanos con quienes
nos tratamos.
Pues bien: eso es lo que, de verdad, nos dará
el gozo de llegar a tener la certeza de que nuestra vida no está pasando
inútilmente, sino de que es un constante avanzar hacia ese Destino que nos
hemos marcado.

Con estos poemas, lo que pretendo es: invitar a
quien se pare a leerlos (meditarlos, rezarlos) a pensar que, cualquier persona,
aun aportando sólo algo pequeño, con sencillez, aún en algún lugar perdido de
lo ancho del mundo..., puede contribuir positivamente a que ¡sea posible un
mañana mejor!
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Me gustaría que hubiese ¡tanta gente! que se
una a mis sueños y, juntos, (aunque no lo estemos geográficamente) vivir la
esperanza de una manera activa.
Desde que el mundo es mundo, desde ese
inaugural tiempo de la historia de toda la humanidad, hombre, mujeres, niños…,
llevamos clavada como una “espina podrida” en las entrañas (muy oculta),
¿endemoniada?, que nos hace querer ser cuanto no somos.
¡Y ese “pecado” nos tiene siempre insatisfechos
o, acaso, hasta dudosos de si la vida es hermosa o atroz!
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Quiera el Dios Padre-Madre de la Vida que,
aunque sea después de sufrir soledades, temores, crisis, enfados,
desencuentros…, lleguemos a descubrir que es el amor (benevolente, gratuito,
limpio), que se entrega desde la generosidad del corazón, lo que Él espera que
todas sus criaturas descubramos; pues verdaderamente ¡esa es la única manera de
llegar a ser eternamente felices!
Estoy convencido de que creerlo, ya nos hace
disfrutar de la existencia, cotidianamente, con ilusión:
Ilusión que es tener un sentido para atrapar la
vida que tenemos. Ilusión que es saber que todo tiene una razón de ser. Desde
el levantarse, cada día, de mañana, con ganas de hacer algo… ¡porque nos gusta
disfrutar de cuanto nos ofrece la existencia!
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Creerlo es aprehender a ilusionarse al
descubrir que detrás de un sonido hay una realidad hermosa: es un pájaro que
canta, es un niño el que grita o balbucea palabras, son las olas que braman;
son las manos de un ser humano, con alma lírica, las que hacen sonar las esas
teclas de un piano…
Creer es esperar, confiadamente. Es mantener
viva la ilusión de una certera ESPERANZA de que se realice…, ¡siquiera algo de
lo que soñamos!
Si perdemos la fe en el mañana, si dejamos de
creer que el Mundo puede (y debe) ser mejor cada día ¡estaremos dejando “infecundos”
los Sacramentos del Bautismo y la
Confirmación que, en su día recibimos. ¿O no?
Hemos de tener la certeza de que, detrás del
atardecer, después del ocaso que cierra la jornada, detrás de la negrura de la
noche… ¡vendrá el nuevo día, con nueva luz y más posibilidades para hacer
realidad algo que se acerque a nuestro mejor deseo: la llegada de un Mundo
Nuevo, siempre mejor que cuanto ya ha pasado o sucedido hasta el momento.
Así, ¡lograr ser felices disfrutando de la
vida!
Mirando la vida, atentamente, podremos
descubrir, siempre, ¡lo que está en nuestro adentro, en lo hondo de nuestra
alma!
Pues es en lo más profundo de nuestro ser donde
se encierra “lo esencial”.

¿Quiénes se atreven a recorrer esta aventura de
ahondar la propia intimidad con esta colección de 75 poemas?
Se trata de que busquemos en ese “tesoro
escondido” que todas y todos tenemos ahí, en lo más profundo de nuestro ser…
¡pero que es lo que nos mueve para llenar nuestras vidas de alegría, de gozo,
de esperanza!

Bueno y aclaro: como el importe íntegro de los
ejemplares que se vendan hoy, en este acto, es a beneficio del proyecto de
Acción Verapaz, quienes se lleven hoy el libro, estarán poniendo un ladrillito
en una acción solidaria.
Acción
solidaria que explicó sucintamente Paco Rengel:
La recaudación de los libros vendidos
durante esta presentación, serán destinados al proyecto de Acción Verapaz de este
año, que consiste en reforzar un centro de formación profesional para jóvenes en
Rivière Froide, Carrefour (Haití).

Acabó el acto con algunas preguntas del público
y con la firma de autógrafos por parte del autor.
