TEOLOGÍA SOLIDARIA
Un libro
nuevo sobre un tema de siempre: HAY MOTIVOS PARA VIVIR EN EL GOZO DE SABERNOS
SALVADOS. Una alegre responsabilidad que nos ha de llevar a vivir, en el mundo
en que vivimos, el reto diario de la SOLIDARIDAD.
Partiendo de
la experiencia vital y del pensamiento de San Pablo, el libro nos invita a
confrontar nuestra realidad, y a revisar, sinceramente, nuestro compromiso
creyente, en relación con toda la hermana humanidad (especialmente con los más
empobrecidos de la Tierra), en el difícil momento concreto en que vivimos hoy.
A modo de
conclusión, el autor nos dice:
“El sentido
de responsabilidad es inherente a nuestra identidad más profunda como seres
humanos”.
“El
evangelio no puede ser anunciado, es decir, inculturado, si no convertimos
nuestra vivencia de solidaridad en propuestas y en actividades concretas para
cambiar en positivo el mundo en que nos ha tocado vivir. Ya no se pueden poner
paños calientes esperando un milagro que nos evite tomar decisiones hoy con
vistas al futuro. Ni el cambio climático puede esperar, ni la situación social
explosiva de paro, salarios miserables y marginación social, tampoco. Hay que
llevar la solidaridad como valor y como técnica creadora al corazón mismo del
sistema en el que estamos inmersos”.
Porque…
“La clave
del futuro está presente aquí: en la combinación equilibrada de las grandes
conquistas de la humanidad.
La lucha política por una profundización de la
democracia, herencia de la modernidad ilustrada, y la lucha social por
establecer nuevos modelos de relaciones laborales y sociales más justos,
herencia del movimiento obrero en la era industrial, no son incompatibles con
el descubrimiento del individuo como sujeto irrenunciable de su propia
creación.”
Ya que:
“… la solidaridad es tan importante en la
praxis cristiana que forma parte del núcleo central de nuestra identidad
creyente”.
“La
experiencia de fe en el Dios de Jesús pasa hoy por un compromiso fuerte y
práctico de solidaridad con las víctimas de los grandes cambios…”
“En última
instancia, la solidaridad cristiana tiene su base en el ser mismo de Dios; es
la comunión radical del Padre con su Palabra eterna y con su Espíritu de amor”.