El pasado
martes día 8 de octubre, en el salón parroquial de San Jacinto, tuvo lugar la
presentación del libro de José-María Fedriani
"CON LOS OJOS ABIERTOS Y EL
CORAZÓN DESPIERTO".
Puede considerarse
un libro repleto de experiencia, de trabajo y vida dedicada a la construcción
del reino de Dios desde la tarea catequética.
En la
mesa, acompañaban al autor Fray Javier Aguilera, OP y Aida Menchón. El salón parroquial, sin sillas libres.
Inició
la sesión el fraile dominico, vicario pastoral de San Jacinto. En primer lugar,
comentó que los fondos obtenidos con la venta del libro durante la presentación
serán dedicados al proyecto que esta año acompaña la ONG de la familia
Dominicana Acción Verapaz: dotar al Centro de Salud, la iglesia parroquial
Saint Gabriel y la sala recreativa para jóvenes (de Beauséjour, en Haití), de
un sistema de alumbrado, mediante placas solares.
A
continuación, hizo referencias al libro de José María “Con los ojos abiertos y el corazón despierto", considerándolo
todo un compendio de sus catequesis y su reflexión cristiana en clave
liberadora.
Comentó que esta catequesis va pasando por los diferentes aspectos
de nuestra vida de creyentes y de nuestra fe: el Dios que es trinitario, Padre,
Hijo y Espíritu Santo, la Iglesia, los sacramentos, el testimonio cristiano la
oración...
A la vez que José María comparte con nosotros su fe (añadió), también nos
ayuda a repensar la nuestra.
Y comentó cómo el libro termina con algunas oraciones que nos pueden ayudar
a orar. Aprovechando la ocasión para leer una de ellas:
Dame,
Señor, unos ojos limpios.
Quiero
ver lo que Tú ves, sentir
lo
que Tú sientes cuando ves…
Ojos
para ver la realidad.
Ojos
para descubrir toda la belleza
que
existe y está viva… ahí, delante de mí.
Ojos
para ilusionarme. Ojos para esperar.
Ojos
para sanar. Miradas
para
perdonar y para brindar amistad.
Te
pido unos ojos que sepan llorar
cuando
hay que llorar;
que
sepan emocionarse siempre
que
la ocasión lo merezca;
que
sean capaces de enternecerse
ante
las muestras palpables de lo sencillo y tierno.
Ojos
para que, además de ver,
sepan
soñar con la Verdad total.
Ojos
que no se me distraigan
a
la hora de vislumbrar cuando
los
campos “ya están amarillos para la siega”…
Padre:
más que ver, quiero ser visto…
en
primer lugar, por Ti.
Necesito
sentir que Tú te has fijado en mí.
Padre,
Tú lo sabes, ver y también
ser
visto: Que lo que viven y hacen
todos
los hombres y mujeres del mundo,
no
me pase desapercibido.
Y,
también, que mi opción de vivir
como
Tú quieres, amando,
sirviendo,
compartiendo…, sea vista
por
quienes buscan
una
orientación para sus vidas.
Quiero
ser testigo de ese modo de vivir
al
que Tú nos invitas;
para,
así, hacer de esta Tierra
un
Camino de Amor eternizante.
Te
lo digo porque hay a quienes
les
gustará saber, Señor, que tu Luz
es
la luz que va conmigo:
que
la historia de mi vida es:
estar
contigo.
Amén.
Después tomó la palabra Aida, quien quiso hacer referencia a la amistad que
mantiene con el autor desde hace décadas. Y, haciendo referencia la prólogo del
libro que ella ha aportado a la publicación, comentó, algunas cosas como: que en un mundo que avanza a pasos agigantados, donde la información abunda y las distracciones acechan
en cada esquina,
la búsqueda del sentido de la vida y la conexión con la trascendencia se vuelve más
importante que nunca.
Haciendo
referencia al contenido del libro, que dijo que le había encantado leerlo, explicó que está
escrito al estilo de una catequesis para adultos,
y que se presenta como
una guía en este camino
de fe, de esperanza, de paz.
Un
faro que ilumina las dudas y ayuda a aquellos que buscan profundizar
en la fe o simplemente explorar
sus inquietudes espirituales.
Ella hizo hincapié
en que es un material que está escrito con un lenguaje sencillo, claro, y cercano, alejado de tecnicismos
teológicos y dogmas complejos. Tratándose de una invitación a la reflexión personal, a un diálogo abierto y honesto
con uno mismo y con Dios.
Pues, a lo largo de sus páginas se abordarán temas fundamentales de la fe cristiana, desde la creación del mundo y la caída
del hombre hasta
la vida, muerte
y resurrección de Jesucristo, pasando por los sacramentos, la moral y la oración.
Cada
tema se presenta de manera amena
y accesible, utilizando ejemplos cotidianos, junto con parábolas de Jesús dando paso a la reflexión personal.
Y también alguna “parábola” que, con sencillez, contada por el autor-catequista
José María.
Siempre sin
pretender que el libro sea un manual de respuestas definitivas, sino más bien un punto de partida para el diálogo y el crecimiento personal. Tal como una herramienta para quienes buscan respuestas a sus preguntas y esperanza para el futuro.
Un libro que bien puede servir como compañero de camino. Lleno de páginas que pueden ser
fuente de inspiración, conocimiento y paz interior; como para ella (confesó) lo han sido.
Para acabar,
animó al público asistente coger el libro y adentrarse en esta experiencia porque cree que es un material es de gran utilidad para todos aquellos que quieran profundizar en su fe.
Para
dar la palabra al autor:
José
María Fedriani, después de saludar dando las gracias a cuantas personas habían
acudido a la cita e indicar que, para él, era toda una gozada verse acompañado
de tanta gente de bien…, aprovechó la ocasión para dar públicamente las gracias
a Aida, a quien considero una amiga de larga historia en común…
Y
cómo no a los frailes Javier Rodríguez (el párroco) y a Javi Aguilera, no sólo
por su acompañamiento, sino también por sus palabras de esta ocasión.
Pasando
a comentar algo de libro, y a modo de justificación, dijo que se ha de
considerar, sobre todo, de un “cuaderno de trabajo”.
Con
el deseo de acompañar a quienes buscan activamente mejorar sus conocimientos a
nivel de un “vivir espiritual” e ir confirmando sus creencias.
Porque
(nos dijo) él es una persona que cree que la felicidad tiene mucho que ver con
nuestra fe y nuestra esperanza. Si creemos que el Mundo Mejor, que el Reino es
algo que viene de camino y lo buscamos, cada vez que vemos algún avance en sus
valores (paz, justicia, compartir fraterno)… ¡eso nos hace felices!
Este libro
surge del deseo de compartir una experiencia: mi experiencia de ser catequista
con grupos de adultos.
Ser catequista
(lo saben quiénes lo son o lo han sido alguna vez) es una de las tareas más
bonitas que se nos puede encomendar dentro de la misión evangelizadora de la
Iglesia. Porque es anuncio de la Buena Nueva, es denuncia de las “malas viejas”
(las injusticias, los pecados del mundo…) y es testimonio cargado de esperanza
activa que anima a quienes participan de las catequesis a trabajar por un Mundo
Mejor, por el Reino…desde la Comunidad cristiana.
Sí. Yo diría
que una catequesis es como una invitación a vivir la experiencia de ir
descubriendo esos valores que son claves para la felicidad; esos tantos
valores que son tan necesarios para hacer, cotidianamente, la andadura de la vida
con dignidad. Valores en los que siempre podemos crecer, seguir creciendo...,
tales como la honradez, la lealtad, el servicio, el amor y la amistad, la confianza, la libertad, la ilusión de
vivir, la esperanza...
Si queremos lograr ser felices, nos toca ser sinceros
y coherentes (en primer lugar, con quien está viviendo en nuestro cuerpo). Y
avanzar en ese sentido.
El primer paso que hemos de dar, la primera clave, se
llama Ilusión por vivir. Junto a ella, están otras tan importantes, como son:
la Esperanza, la Libertad, la Confianza, la Honradez...
Son esos “valores” como “pistas” para ayudarnos en la
búsqueda del enriquecimiento personal. Dios nos quiere “perfectos”, dentro de
nuestra imperfección: que lleguemos a ser, a cabalidad, ese PROYECTO DE SER
HUMANO que Él, al crearnos pensó para cada una, para cada uno de nosotros.
Y
bueno, yo planteo el interrogante:
La
Iglesia (como institución, ante los ojos de mucha gente) ¿pareciera que ha
dejado de ser la Iglesia de Jesús? Ciertamente aún queda “el resto”; pero hay
aspectos muy presentes institucionalmente que pareciera que pretenden
“cargarse” el Proyecto de Jesús.
Pues,
por eso, es importante tener los ojos abiertos para descubrir el Tesoro, ése
que nos lleve a venderlo todo…
Políticamente,
se le mata a la juventud las ganas de luchar. Se presenta un mundo
“endemoniado”, controlado por ciertos “poderes fácticos” contra los que es
imposible luchar; así que: mejor optar por una postura de “pasotismo” y ¡a
disfrutar de lo que se pueda, que la vida son
tres días!
Pero... ¿cuál es el enemigo?
¡El
enemigo es el MIEDO!
Y
todos podemos “caer en la tentación” de creérnoslo.
Se
mete miedo a la población, para que la gente recurra a buscar “la seguridad” en
el poder establecido; se despista al verdadero enemigo: el
conformismo, creer que nada puede cambiar.
Pero
no estamos aquí para pasarlo bien, sino para ser felices.
Si
dejamos de estar distraídos por los tantos falsos “productos mágicos” para
lograr “disfrutar”, “pasarlo bien”… Si abrimos los ojos y andamos con el
corazón despierto ¡podremos quedar maravillados!
Descubriendo:
-
La fuerza de la fe. Fe que no es sólo un elemento religioso. Es anterior y puede
crecer al margen de la religión. ¿O qué es acaso la fe? Lo contrario al temor,
es SABER CONFIAR.
- Que
no hay que confundir lo ético con lo “políticamente correcto”.
- La
necesidad de revisar “conceptos”, para descubrir riquezas propias y “sacarlas”
a la vida.
-
La necesidad de los creyentes de vivir la Comunión, la “moral cristiana” del
AMOR, sin barreras, sin fronteras.
Pues
se trata de ser centros de encuentro, más allá del “culto”. Porque el centro
del culto es el ser humano.
Todo
encuentro (comunión) nos ha de llevar a la actitud de “vamos a aprender de
otros”.
Pretendo
animar a vivir siempre con los ojos abiertos, bien abiertos. Es así como cada
quien verá la luz, la luz que ilumine su caminar.
Con
la luz de la fe, es fácil descubrir esos caminos que nos llevan a encontrar
verdaderos motivos para ser felices.
El
primer paso preciso para encontrar el camino de nuestra propia vida es: buscar
la senda que nos parece más adecuada, y echar a andar… ¡con plena confianza y con
la esperanza de que vamos a llegar a un destino feliz!
Hay
muchas historias buenas. Casi que me atrevo a afirmar que la Historia es toda
sagrada (si es mirada con ojos limpios). Porque, siempre, nos puede conducir al
Encuentro con Dios, con uno mismo y con los demás.
La
clave está en saber-creer que, por mucho que nos quieran (toda nuestra familia,
nuestras más selectas amistades…), tenemos un Padre (con corazón de Madre) en
el Cielo, que nos ama más que nadie.
Ciertamente,
a veces (tantas veces quizás) hemos de atrevernos a renovar nuestras creencias.
Que, quizás, posiblemente, encontraremos un Camino aún mejor del que ya estamos
andando.
Que
nos lleve a hacer de la vida un sueño; sueño que sabemos y queremos hacer
realidad.
Como
muchos sabréis, los “signos de los
tiempos” es una frase que tiene un significado teológico especial...: es algo
como VER LO QUE DIOS HABLA A TRAVÉS DE LAS COSAS QUE SUCEDEN.
Y,
claro, para enterarnos qué es lo Dios nos está diciendo (a través de los
acontecimientos), hay que tener una ACTITUD PRECISA, además de LOS OJOS
ABIERTOS.
Nadie
puede pelear la vida aisladamente, tampoco trabajar por el Mundo Mejor. Se
necesita de una comunidad, de un grupo, que nos sostenga, que nos ayude y en la
que nos ayudemos mutuamente para mirar
hacia adelante… incluso a soñar juntos.
Sólo
conocemos de verdad lo que experimentamos. No vale conocer a Jesucristo y su
mensaje teóricamente. Y ello es ciertamente “vivencia de comunión”.
Estaría
bien pensar (creyéndolo) que es el propio Jesús quien nos ha bautizado con su
Espíritu Santo. Y que toda la comunidad cristiana está sumergida (eso significa
“bautizar”) en la potencia creadora de amor que es Dios.
La
Buena Nueva del Reino no es un lugar al que ir, sino que es ese modo nuevo de
vivir, ya, aquí y ahora, tal como lo hizo Jesús… A veces, acaso, proponiendo
modos de vivir más humanos que los establecidos. Incluso desobedeciendo
conscientemente ciertas leyes opresoras; buscando siempre ¡liberar a las
personas!
Con
los ojos ABIERTOS y el corazón despierto… Porque es necesario evitar las tantas
posibles distracciones que nos impidan ver (descubrir, cada día) los signos de
los tiempos.
Una
catequesis, según yo la concibo, ha de ser un espacio donde quienes participan
de ella, han de sentir la acogida manifiestamente, y sentirse libres para
compartir inquietudes, posibles dudas…, teniendo la certera confianza de que,
reunión a reunión, paso a paso, irá viendo resueltas sus dudas.
Ocasión
en la que siempre me gusta plantear los tres mandamientos de Jesús: AMAOS (el
primer mandamiento), NO TENGÁIS MIEDO (365 veces en la Biblia) (Mt. 10, 26-33;
Mt. 14-27) e ID Y PREDICAD (Mc. 16; 15-18).
Siempre
acabando por plantear la pregunta clave: ¿Nos sentimos elegidos? Y… ¿elegidas,
elegidos, para qué?, ¿dónde?, ¿con quién o quiénes?
Después
se dio paso a que el público pudiese preguntar alguna cosa o manifestar sus
impresiones sobre el libro que ya bastantes tenían en sus manos.
Entre
las palabras que se dijeron se puede significar que cada quien encuentra su
camino de encuentro con Dios, sabiendo que la fe no es algo “uniforme” para
todo el mundo, sino que siempre se caracteriza por el “pluralismo”.
Podría
decirse (con palabras del teólogo alemán J. B. Metz) que contando
con una mística “de los ojos abiertos, que nos hacen volver a sufrir por el
dolor de los demás: los que nos instan a sublevarnos contra el sin sentido del
dolor inocente e injusto; los que suscitan en nosotros hambre y sed de
justicia, de una justicia para todos”.
Pasando a pedirle las correspondientes dedicatorias al
autor.