miércoles, 9 de octubre de 2024

TRABAJO CATEQUÉTICO

 



El pasado martes día 8 de octubre, en el salón parroquial de San Jacinto, tuvo lugar la presentación del libro de José-María Fedriani

"CON LOS OJOS ABIERTOS Y EL CORAZÓN DESPIERTO".  

Puede considerarse un libro repleto de experiencia, de trabajo y vida dedicada a la construcción del reino de Dios desde la tarea catequética. 

En la mesa, acompañaban al autor Fray Javier Aguilera, OP y Aida Menchón. El salón parroquial, sin sillas libres.


Inició la sesión el fraile dominico, vicario pastoral de San Jacinto. En primer lugar, comentó que los fondos obtenidos con la venta del libro durante la presentación serán dedicados al proyecto que esta año acompaña la ONG de la familia Dominicana Acción Verapaz: dotar al Centro de Salud, la iglesia parroquial Saint Gabriel y la sala recreativa para jóvenes (de Beauséjour, en Haití), de un sistema de alumbrado, mediante placas solares. 

A continuación, hizo referencias al libro de José María “Con los ojos abiertos y el corazón despierto", considerándolo todo un compendio de sus catequesis y su reflexión cristiana en clave liberadora. 

Comentó que esta catequesis va pasando por los diferentes aspectos de nuestra vida de creyentes y de nuestra fe: el Dios que es trinitario, Padre, Hijo y Espíritu Santo, la Iglesia, los sacramentos, el testimonio cristiano la oración...

A la vez que José María comparte con nosotros su fe (añadió), también nos ayuda a repensar la nuestra.

Y comentó cómo el libro termina con algunas oraciones que nos pueden ayudar a orar. Aprovechando la ocasión para leer una de ellas:  

Dame, Señor, unos ojos limpios.

Quiero ver lo que Tú ves, sentir

lo que Tú sientes cuando ves…

Ojos para ver la realidad.

Ojos para descubrir toda la belleza

que existe y está viva… ahí, delante de mí.

Ojos para ilusionarme. Ojos para esperar.

Ojos para sanar. Miradas

para perdonar y para brindar amistad.

Te pido unos ojos que sepan llorar

cuando hay que llorar;

que sepan emocionarse siempre

que la ocasión lo merezca;

que sean capaces de enternecerse

ante las muestras palpables de lo sencillo y tierno.

Ojos para que, además de ver,

sepan soñar con la Verdad total.

Ojos que no se me distraigan

a la hora de vislumbrar cuando

los campos “ya están amarillos para la siega”…

 Padre: más que ver, quiero ser visto…

en primer lugar, por Ti.

Necesito sentir que Tú te has fijado en mí.

Padre, Tú lo sabes, ver y también

ser visto: Que lo que viven y hacen

todos los hombres y mujeres del mundo,

no me pase desapercibido.

Y, también, que mi opción de vivir

como Tú quieres, amando,

sirviendo, compartiendo…, sea vista

por quienes buscan

una orientación para sus vidas.

Quiero ser testigo de ese modo de vivir

al que Tú nos invitas;

para, así, hacer de esta Tierra

un Camino de Amor eternizante.   

Te lo digo porque hay a quienes

les gustará saber, Señor, que tu Luz

es la luz que va conmigo:

que la historia de mi vida es:

estar contigo.

Amén.  

Después tomó la palabra Aida, quien quiso hacer referencia a la amistad que mantiene con el autor desde hace décadas. Y, haciendo referencia la prólogo del libro que ella ha aportado a la publicación, comentó, algunas cosas como: que en un mundo que avanza a pasos agigantados, donde la información abunda y las distracciones acechan en cada esquina, la búsqueda del sentido de la vida y la conexión con la trascendencia se vuelve más importante que nunca.

Haciendo referencia al contenido del libro, que dijo que le había encantado leerlo, explicó que está escrito al estilo de una catequesis para adultos, y que se presenta como una guía en este camino de fe, de esperanza, de paz. Un faro que ilumina las dudas y ayuda a aquellos que buscan profundizar en la fe o simplemente explorar sus inquietudes espirituales.

Ella hizo hincapié en que es un material que está escrito con un lenguaje sencillo, claro, y cercano, alejado de tecnicismos teológicos y dogmas complejos. Tratándose de una invitación a la reflexión personal, a un diálogo abierto y honesto con uno mismo y con Dios.

Pues, a lo largo de sus páginas se abordarán temas fundamentales de la fe cristiana, desde la creación del mundo y la caída del hombre hasta la vida, muerte y resurrección de Jesucristo, pasando por los sacramentos, la moral y la oración.

Cada tema se presenta de manera amena y accesible, utilizando ejemplos cotidianos, junto con parábolas de Jesús dando paso a la reflexión personal. Y también alguna “parábola” que, con sencillez, contada por el autor-catequista José María.

Siempre sin pretender que el libro sea un manual de respuestas definitivas, sino más bien un punto de partida para el diálogo y el crecimiento personal. Tal como una herramienta para quienes buscan respuestas a sus preguntas y esperanza para el futuro. 

Un libro que bien puede servir como compañero de camino. Lleno de páginas que pueden ser fuente de inspiración, conocimiento y paz interior; como para ella (confesó) lo han sido. 

Para acabar, animó al público asistente coger el libro y adentrarse en esta experiencia porque cree que es un material es de gran utilidad para todos aquellos que quieran profundizar en su fe. 



Para dar la palabra al autor:

José María Fedriani, después de saludar dando las gracias a cuantas personas habían acudido a la cita e indicar que, para él, era toda una gozada verse acompañado de tanta gente de bien…, aprovechó la ocasión para dar públicamente las gracias a Aida, a quien considero una amiga de larga historia en común… 

Y cómo no a los frailes Javier Rodríguez (el párroco) y a Javi Aguilera, no sólo por su acompañamiento, sino también por sus palabras de esta ocasión.

Pasando a comentar algo de libro, y a modo de justificación, dijo que se ha de considerar, sobre todo, de un “cuaderno de trabajo”. 

Con el deseo de acompañar a quienes buscan activamente mejorar sus conocimientos a nivel de un “vivir espiritual” e ir confirmando sus creencias. 

Porque (nos dijo) él es una persona que cree que la felicidad tiene mucho que ver con nuestra fe y nuestra esperanza. Si creemos que el Mundo Mejor, que el Reino es algo que viene de camino y lo buscamos, cada vez que vemos algún avance en sus valores (paz, justicia, compartir fraterno)… ¡eso nos hace felices! 

Este libro surge del deseo de compartir una experiencia: mi experiencia de ser catequista con grupos de adultos. 

Ser catequista (lo saben quiénes lo son o lo han sido alguna vez) es una de las tareas más bonitas que se nos puede encomendar dentro de la misión evangelizadora de la Iglesia. Porque es anuncio de la Buena Nueva, es denuncia de las “malas viejas” (las injusticias, los pecados del mundo…) y es testimonio cargado de esperanza activa que anima a quienes participan de las catequesis a trabajar por un Mundo Mejor, por el Reino…desde la Comunidad cristiana. 

Sí. Yo diría que una catequesis es como una invitación a vivir la experiencia de ir descubriendo esos valores que son claves para la felicidad; esos tantos valores que son tan necesarios para hacer, cotidianamente, la andadura de la vida con dignidad. Valores en los que siempre podemos crecer, seguir creciendo..., tales como la honradez, la lealtad, el servicio, el amor y la amistad,  la confianza, la libertad, la ilusión de vivir, la esperanza... 

Si queremos lograr ser felices, nos toca ser sinceros y coherentes (en primer lugar, con quien está viviendo en nuestro cuerpo). Y avanzar en ese sentido. 

El primer paso que hemos de dar, la primera clave, se llama Ilusión por vivir. Junto a ella, están otras tan importantes, como son: la Esperanza, la Libertad, la Confianza, la Honradez... 

Son esos “valores” como “pistas” para ayudarnos en la búsqueda del enriquecimiento personal. Dios nos quiere “perfectos”, dentro de nuestra imperfección: que lleguemos a ser, a cabalidad, ese PROYECTO DE SER HUMANO que Él, al crearnos pensó para cada una, para cada uno de nosotros.

Y bueno, yo planteo el interrogante:

La Iglesia (como institución, ante los ojos de mucha gente) ¿pareciera que ha dejado de ser la Iglesia de Jesús? Ciertamente aún queda “el resto”; pero hay aspectos muy presentes institucionalmente que pareciera que pretenden “cargarse” el Proyecto de Jesús. 

Pues, por eso, es importante tener los ojos abiertos para descubrir el Tesoro, ése que nos lleve a venderlo todo… 

Políticamente, se le mata a la juventud las ganas de luchar. Se presenta un mundo “endemoniado”, controlado por ciertos “poderes fácticos” contra los que es imposible luchar; así que: mejor optar por una postura de “pasotismo” y ¡a disfrutar de lo que se pueda, que la vida son  tres días! 

Pero... ¿cuál es el enemigo? 

¡El enemigo es el MIEDO! 

Y todos podemos “caer en la tentación” de creérnoslo. 

Se mete miedo a la población, para que la gente recurra a buscar “la seguridad” en el poder establecido; se despista al verdadero enemigo: el conformismo, creer que nada puede cambiar. 

Pero no estamos aquí para pasarlo bien, sino para ser felices.  

Si dejamos de estar distraídos por los tantos falsos “productos mágicos” para lograr “disfrutar”, “pasarlo bien”… Si abrimos los ojos y andamos con el corazón despierto ¡podremos quedar maravillados! 

Descubriendo: 

- La fuerza de la fe. Fe que no es sólo un elemento religioso. Es anterior y puede crecer al margen de la religión. ¿O qué es acaso la fe? Lo contrario al temor, es SABER CONFIAR. 

- Que no hay que confundir lo ético con lo “políticamente correcto”. 

- La necesidad de revisar “conceptos”, para descubrir riquezas propias y “sacarlas” a la vida. 

- La necesidad de los creyentes de vivir la Comunión, la “moral cristiana” del AMOR, sin barreras, sin fronteras.

Pues se trata de ser centros de encuentro, más allá del “culto”. Porque el centro del culto es el ser humano. 

Todo encuentro (comunión) nos ha de llevar a la actitud de “vamos a aprender de otros”. 

Pretendo animar a vivir siempre con los ojos abiertos, bien abiertos. Es así como cada quien verá la luz, la luz que ilumine su caminar. 

Con la luz de la fe, es fácil descubrir esos caminos que nos llevan a encontrar verdaderos motivos para ser felices. 

El primer paso preciso para encontrar el camino de nuestra propia vida es: buscar la senda que nos parece más adecuada, y echar a andar… ¡con plena confianza y con la esperanza de que vamos a llegar a un destino feliz! 

Hay muchas historias buenas. Casi que me atrevo a afirmar que la Historia es toda sagrada (si es mirada con ojos limpios). Porque, siempre, nos puede conducir al Encuentro con Dios, con uno mismo y con los demás. 

La clave está en saber-creer que, por mucho que nos quieran (toda nuestra familia, nuestras más selectas amistades…), tenemos un Padre (con corazón de Madre) en el Cielo, que nos ama más que nadie. 

Ciertamente, a veces (tantas veces quizás) hemos de atrevernos a renovar nuestras creencias. Que, quizás, posiblemente, encontraremos un Camino aún mejor del que ya estamos andando. 

Que nos lleve a hacer de la vida un sueño; sueño que sabemos y queremos hacer realidad. 

Como muchos sabréis, los  “signos de los tiempos” es una frase que tiene un significado teológico especial...: es algo como VER LO QUE DIOS HABLA A TRAVÉS DE LAS COSAS QUE SUCEDEN. 

Y, claro, para enterarnos qué es lo Dios nos está diciendo (a través de los acontecimientos), hay que tener una ACTITUD PRECISA, además de LOS OJOS ABIERTOS. 

Nadie puede pelear la vida aisladamente, tampoco trabajar por el Mundo Mejor. Se necesita de una comunidad, de un grupo, que nos sostenga, que nos ayude y en la que nos ayudemos mutuamente para  mirar hacia adelante… incluso a soñar juntos. 

Sólo conocemos de verdad lo que experimentamos. No vale conocer a Jesucristo y su mensaje teóricamente. Y ello es ciertamente “vivencia de comunión”. 

Estaría bien pensar (creyéndolo) que es el propio Jesús quien nos ha bautizado con su Espíritu Santo. Y que toda la comunidad cristiana está sumergida (eso significa “bautizar”) en la potencia creadora de amor que es Dios. 

La Buena Nueva del Reino no es un lugar al que ir, sino que es ese modo nuevo de vivir, ya, aquí y ahora, tal como lo hizo Jesús… A veces, acaso, proponiendo modos de vivir más humanos que los establecidos. Incluso desobedeciendo conscientemente ciertas leyes opresoras; buscando siempre ¡liberar a las personas! 

Con los ojos ABIERTOS y el corazón despierto… Porque es necesario evitar las tantas posibles distracciones que nos impidan ver (descubrir, cada día) los signos de los tiempos. 

Una catequesis, según yo la concibo, ha de ser un espacio donde quienes participan de ella, han de sentir la acogida manifiestamente, y sentirse libres para compartir inquietudes, posibles dudas…, teniendo la certera confianza de que, reunión a reunión, paso a paso, irá viendo resueltas sus dudas.    

Ocasión en la que siempre me gusta plantear los tres mandamientos de Jesús: AMAOS (el primer mandamiento), NO TENGÁIS MIEDO (365 veces en la Biblia) (Mt. 10, 26-33; Mt. 14-27) e ID Y PREDICAD (Mc. 16; 15-18). 

Siempre acabando por plantear la pregunta clave: ¿Nos sentimos elegidos? Y… ¿elegidas, elegidos, para qué?, ¿dónde?, ¿con quién o quiénes? 

Después se dio paso a que el público pudiese preguntar alguna cosa o manifestar sus impresiones sobre el libro que ya bastantes tenían en sus manos. 

Entre las palabras que se dijeron se puede significar que cada quien encuentra su camino de encuentro con Dios, sabiendo que la fe no es algo “uniforme” para todo el mundo, sino que siempre se caracteriza por el “pluralismo”. 

Podría decirse  (con palabras del teólogo alemán J. B. Metz) que contando con una mística “de los ojos abiertos, que nos hacen volver a sufrir por el dolor de los demás: los que nos instan a sublevarnos contra el sin sentido del dolor inocente e injusto; los que suscitan en nosotros hambre y sed de justicia, de una justicia para todos”.

Pasando a pedirle las correspondientes dedicatorias al autor.