domingo, 18 de septiembre de 2022

PRESENTACIÓN EN SAN JACINTO

                         

       Después de “DESDE EL ALFÉIZAR” y de “DESDE EL SUR” José María Fedriani nos traen una colección de poemas con otra mirada: DESDE… LO HONDO.

                    

       EN LA PRESENTACIÓN, que fue en el salón de la Parroquia de San Jacinto, Javier Rodríguez comentó que lo primero que le sugiere el libro, mirando la portada es el título “DESDE LO HONDO”, ello lo lleva a trasladarse a la recitación del salmo 129 “Desde lo hondo a Ti grito, Señor…”, salmo al Dios de la misericordia conocido en el ambiente monacal como “De Profundis”. Y también al libro que Oscar Wilde “DE PROFUNDIS” escribí desde la cárcel, cuando la sociedad inglesa le dio la espalda ante diversas acusaciones contra él. Como así mismo, comparó la profundidad de los poemas que aparecen en el libro con muchos de los poemas de Miguel Hernández.

                

Luego habló de su relación con José María quien conoció como parroquiano pero que luego ha ido encontrando un amigo; amigo siempre abrigado por su compañera Reyes, sin la cual seguramente no podría ofrecer la entrega y dedicación que presta en la parroquia o tener tiempo para escribir cosas como el libro que hoy presentamos...

                   

Luego tomó la palabra Javi Aguilera, diciendo: 

Muy buenas tardes a todos. Me siento agraciado de poder estar aquí para presentaros este nuevo libro que José María Fedriani nos ofrece. Si podemos decir que en cada libro que tenemos entre manos nos encontramos con su autor, en este libro eso lo podemos decir con mayor fuerza. Quien lea este libro, y os animo a leerlo, se va a encontrar con el Fedriani comprometido en esta comunidad parroquial y en este barrio de Triana, se va a encontrar con el Fedriani del té de la buenas noticias, se va a encontrar con el Fedriani de la aulas matinales, de creemos y esperamos, del grupo de Bartolomé de la Casas por el empleo, de… Este libro que Fedriani nos presenta es un libro lleno de vida, de libertad y compromiso.

               

Pero dejadme que comience con, oración primera, uno de sus poemas:

 

Madre, dime:

¿por qué, para qué me das la vida?

Mujer, compañera:

¿qué quieres de mí? ¿me amarás

siempre… como soy?

 

Camarada en andadura

y de destinos: ¿aunamos fuerzas?

Hombre, hermano:

¿qué vamos a hacer, juntos,

para que llegue a ser realidad

cuanto es posible y deseamos?

 

Y yo, a mí mismo

me pregunto…

sobre el sentido de la vida:

¿qué hago aquí?, ¿a dónde voy?

¿Por qué mi cuerpo y mi razón

me invitan a vivir en relación…?

 

Y quizás antes:

¿quién soy yo?, ¿de dónde

me nace toda la inquietud

que embarga mi ser?

¿Por qué soy así (diferente)

y no como el resto…?

 

Además de:

¿Quién gobierna mi vida

y dirige la historia?

¿Quién es Dueño de todo

lo que vemos

y de cuanto podemos disfrutar

como si fuera algo nuestro?

 

Y digo que me dejéis comenzar por este poema porque este poema nos lanza las preguntas fundamentales que José María va a ir respondiendo en este libro:

 

¿Por qué y para qué la vida?

¿Con quién y junto a quien vivirla y compartirla?

¿Qué vida y que mundo queremos?

¿Quién o qué vertebra nuestra vida?

         

La primera parte del libro, la parte que podría haber escrito un creyente y un no creyente, nos habla de vivir la vida, de ponerse en camino y de ser uno mismo.

 

La vida hay que hacerla:

buscándonosla,

proyectándonosla,

construyéndonosla.

Se trata

de querer ser

quien se es.

 

José María nos habla de pasar por el mundo observando la realidad y dejándonos tocar por ella:

 

Porque tengo ojos, veo.

Porque tengo oídos, oigo.

Porque tengo manos, palpo.

Porque tengo un corazón, siento.

Ningún ser humano me es ajeno.

 

Con mis ojos, puedo mirar,

sonreír o atender…

Con mi boca puedo hablar.

También comer

y saborear los alimentos.

También besar.

 

Porque pienso

Y mi mente despierta a la curiosidad,

leo, observo, descubro…

Porque percibo sensaciones,

sé lo que es el frio y el calor;

lo que es grato y desagradable;

lo que es la luz…;

me doy cuenta lo que es el dolor…

 

Con mis manos, puedo dar y recibir.

También escribir, también acariciar.

Puedo arrancar maleza,

puedo sembrar semillas…

Puedo amasar el pan,

también moldear el barro.

También puedo ofrecer una flor roja.

Y también una margarita

y una amapola

y la rama de un aromo…

 

Con mis pies puedo caminar,

Puedo ir hacia allá o venir…

También puedo bailar

y hasta pisar la uva…

 

Ninguna realidad humana me es ajena.

 

Hambres, guerras, desempleo, negocios sucios,

desamor e incomprensión, fanatismos y sinrazones…

 

Ningún problema humano me es ajeno.

 

Nos habla, como podemos ver en este poema, que somos seres capaces de sentir, dejándonos penetrar por la realidad, sintiendo compasión ante ella y siendo capaz de actuar en la misma para transformarla. Nos habla de algo muy importante: como personas humanas que somos no podemos ser ajenas al dolor y al sufrimiento de tantas personas humanas que lo pasan mal en nuestro mundo.

                           

Y José María nos va a invitar a comprometernos:

 

Si yo no soy capaz

de amar la vida,

por encima de todo,

no merezco vivir

la vida digna.

 

Si yo no soy persona

que apuesta por la Paz,

por encima de todo,

es que, acaso, no entiendo

el valor de la armonía.

 

Y si no sé trabajar

por un mundo más digno,

por encima de todo, haciendo cuanto puedo

llevándome a mejorar todo…

 

… puede ser que la Historia

me juzgue firmemente,

por encima de todo;

pues nadie es solidario

sin entregar su amor.

 

Y todos conocemos el dicho de “obras son amores, y no buenas razones”.

                       

Las siguientes partes del libro, que solo puede haber sido escrita por una persona creyente, nos habla de la creación y de la realidad del pecado, presente en cada uno de nosotros; nos vuelve a hablar de la creación y de la comunión que ha de darse en ella y de la que forma parte la mujer y el hombre, y de nuevo regresa a la creación para hablarnos de la bondad de la misma y de su belleza. Una creación que es un regalo y pura gratuidad.

 

La creación de la Vida

es pura perfección. Es la armónica

belleza de los colores,

de las texturas, de los sonidos,

de las fragancias, de los sabores…

Cada brote o indicio de vida

tiene un sentido.

 

Sí… mi alma amiga:

cada vida, cada ser

lleno de vida,

tiene

al menos una misión.

 

Podemos estar seguros

de que somos parte

de esa Obra perfecta;

y felices hemos de estar

de haber sido invitados a la vida…

tal cual somos.

 

Ojalá que sepamos

llevar a nuestros días

el agradecido sentimiento

de tener la vida entera

para gozarla…

 

Pero no podemos creer en este Dios creador, en este Dios que nos crea y nos regala la vida si no creemos en la vida, si no optamos por ella, si no creemos en el porvenir, si no alimentamos la esperanza.

 

Es hora de creer;

es hora de creer en la Vida,

es hora de creer en la Felicidad

que puede llegar a ser total y eterna,

es hora de creer en la Esperanza

y en la Alegría y en la Paz

y en la Justicia y en el amor.

 

Creer en algo es saber buscarlo;

por y para siempre, es no desesperar,

es optar por ello;

entregándose plenamente

para que todos lo consigan…

cuanto antes.

¡Creemos en la vida!

 

No podemos decirnos “creyentes”

si no creemos en el por-venir,

si no tenemos esperanzas y pensamos

que el mañana siempre es mejor que el ayer.

Y que hoy no es más que el paso

que estamos dando… hacia delante;

…  

          

Y para este camino, para esta travesía tenemos todos y todas la cercanía de un Dios al que podemos dirigirnos para pedirle la dicha de no dejarnos arrastrar por los valores del mundo cuando estos valores se alejan del otro y de la solidaridad con la que hemos de vivir, y se centran en nosotros mismos y en el consumismo al que nos vemos arrastrados en nuestra sociedad;  un Dios al que podemos acercarnos para dejarnos transformar por Él y que nos ayude a no vivir observando y juzgando a la gente; un Dios que nos conceda la satisfacción de ser cómplices del Amor.

               

Tenemos, para este camino, un Padre que no llena de luz y nos regala la capacidad de iluminar. Para ello Él mismo se ofrece como luz para que podamos ser reflejos de una luz que es más grande que nosotros mismos. Una luz, que como nos dice José María, nos ayuda a quienes navegamos por la vida a seguir sus caminos.

En este camino, le podemos sentir a nuestro lado, tocándonos, con su mirada fijada en nosotros, sabiendo que nos invita, que nos llama, que nos envía… Y José María se pregunta:

 

¿podré responder,

seré capaz de soportar

toda la carga, el trabajo,

la dedicación

que Tú esperas de mí?

 

Nuestro autor sabe dónde encontrar el apoyo, dónde poner su confianza, y este apoyo y sustento no es otro que el Dios que quiere transformar nuestra mirada para que nos fijemos en la realidad y sintamos lo que Él siente; para que aprendamos a ver la bondad y la belleza; para que viendo seamos capaces de llorar con los que lloran y seamos capaces de emocionarnos. Una mirada que, sobre todo, sea capaz de ver a Dios y que nos a vivir como Él quiere: amando, sirviendo, compartiendo y así, transformar nuestro mundo para que sea el amor lo que lo mueva. Y quien dice amor dice paz, y dice justicia, y dice alegría, y dice libertad, y dice amistad y fraternidad y dice…

 

Dame, Señor, unos ojos limpios.

Quiero ver lo que Tú ves, sentir

lo que Tú sientes cuando ves…

 

Ojos para ver la realidad.

Ojos para descubrir toda la belleza

que existe y está viva… ahí, delante de mí.

 

Ojos para ilusionarme. Ojos para esperar.

Ojos para sanar. Miradas

para perdonar y para brindar amistad.

 

Te pido unos ojos que sepan llorar

cuando hay que llorar;

que sepan emocionarse siempre

que la ocasión lo merezca;

que sean capaces de enternecerse

ante las muestras palpables de los sencillo y los tierno.

 

Ojos para que, además de ver,

sepan soñar con la Verdad total.

Ojos que no se me distraigan

a la hora de vislumbrar cuando

los campos “ya están amarillos para la siega”…

 

Padre: más que ver, quiero ser visto…

en primer lugar, por Ti.

Necesito sentir que Tú te has fijado en mí.

 

Padre, Tú lo sabes, ver y también

ser visto:

 

Que lo que viven y hacen

todos los hombres y mujeres del mundo,

no me pase desapercibido.

Y, también, que mi opción de vivir

como Tú quieres, amando,

sirviendo, compartiendo…, sea vista

por quienes buscan

una orientación para sus vidas.

 

Quiero ser testigo de ese modo de vivir

al que Tú nos invitas;

para, así, hacer de esta Tierra

un Camino de amor eternizante.

Te lo digo porque hay a quienes

les gusta saber, Señor, que tu luz

es la luz que va conmigo:

que la historia de mi vida es:

estar contigo.

 

Y, este apoyo lo encuentra también muy claramente en la vida de Jesucristo, Dios encarnado. Tiene un poema, que no voy a recitar porque me alargaría demasiado que se titula “te vemos…” y que nos habla de ese Jesús que padece y en su padecimiento nos llama y nos invita a escuchar los padecimiento de hoy; que en su padecimiento nos invita a escuchar esas verdades y buenas noticias que muchos intentan callar porque no interesan; ese Jesús, que padeciendo, nos denuncia las traiciones, las injusticias, la falta de dignidad de las personas cuando no son reconocidas a maltratadas, las crucifixiones actuales, las… Pero también nos muestra a ese Jesús que en su padecimiento nos enseña otra manera de vivir y estar en el mundo, desde la entrega por amor, desde el compromiso por un mundo más justo y más humano, desde la confianza en un Padre que sigue actuando en nuestra historia… ¿Seremos capaces de responder a su llamada?

No quiero terminar esta intervención mencionar la importancia que para José María Fedriani tiene María. Termino con sus palabras:

 

“Conocer y reconocer a María de Nazaret, más que como Reina como mujer sencilla, ejemplo de radicalidad frente a los malo y comprometida con la causa de apoyar a los más necesitados, no es un asunto trivial para cualquier persona que quiera seguir la senda del Reino de los Cielos; porque María, indudablemente ¡fue la primera cristiana!”

 

“Camina con nosotros, Madre-hermana…”

 

Muchas gracias José María por este libro que alimenta nuestra fe en el Dios de Jesucristo y nuestro compromiso por el Reino, por un mundo más justo y más humano. 

                             

En tercer lugar, tomó la palabra el autor, saludando las buenas noches a toda esta excelente audiencia y dando gracias especialmente a Javier y a Javier… y también a cuantas personas habían hecho el esfuerzo de estar presentes en el acto.


Luego, se expresó así:

Supongo que me corresponde decir eso de “es para mí un honor…” pero, esta vez, aunque sea algo fuera de lo normal, diré que doy gracias a Dios y a también a quienes habéis respondido (espero que no por compromiso) a esta invitación de tener la oportunidad de poder compartir hoy mucho de lo que llevo en lo más hondo del corazón. 

Presentar un libro es como una fiesta que se me da la oportunidad de organizar, para reunirme con personas que me importan. Es un regalo que me hago, contando con vuestro consentimiento. Una oportunidad para conectar vivencias propias con vosotras y vosotros…

Con este libro, podría decir que (a quienes se atrevan, a fijar sus ojos en estas ciento y pico de hojas escritas con mi sentir más profundo) les dejo asomarse a mi alma… ¡para dejarles ver algunas de mis intimidades!

                                     

Puedo decir, por eso, que aquí me tenéis, desnudo ante mí mismo y desnudo ante quienes me acompañáis en esta aventura de descubrirme, abiertamente (desde ya, en este rato y más aún en las páginas del libro quienes quieran llevárselo).

La vida es siempre una narración de poesía: de poemas de rima libre; aunque, a veces, tantas veces, la escribamos en prosa.

Realmente pienso que es una gracia de Dios haber tenido la oportunidad de saber descubrir la belleza; como también lo es haber tenido maestros que me enseñaron a expresar con belleza las cosas que quiero decir…

Y no sólo la belleza que se palpa, la que es fácil percibir al abrir los ojos y oídos. Porque también hay belleza cuando logramos descubrir hermosos gestos, sentimientos, entregas generosas en las personas que no dejan de hacer algo para que el mundo sea, cada día un poco mejor.  

Cuestión que, si pretendemos ser consecuentes, nos llevará a tomar postura ante la realidad que nos rodea: ¿qué hacer o dejar de hacer?, ¿por qué?, ¿con quién o quiénes?

                      

Pues sí, estos tiempos son "raros" (¿…?).

Y yo me pregunto, cada día ¿qué es lo que nos pide el Padre-Dios, aquí y ahora? Intentando ver los "signos de los tiempos"... Desde luego aprehender a CONFIAR: caminando, a veces, aún con la poca luz que haya.

San Juan, en su Evangelio, nos dice “caminad mientras tenéis la luz” (Jn. 12,35).

           

Claro que… ¿y si (en medio de la tormenta) no vemos nada de luz?

Pues también el mismo S. Juan nos ofrece la pista primera carta: “estando en comunión unos con otros” (1ªSJ 1,7).

Vivir es un aprendizaje. Aventura inacabada, todavía inacabada. Razón fundamental por la que todavía estamos aquí.

Tantas veces se tratará de encontrar lo que ya tenemos; pero que, distraídamente, no hemos descubierto. Todavía.

Y, por ello, seguir buscando y buscando, descubriendo, hasta sorprendernos.

Sacar más vida de la vida, arriesgándolo todo…, para ir encontrando el corazón de los acontecimientos, de lo agradablemente bueno y de lo dificultoso, difícil o, acaso, malo…

  

En las primeras páginas del libro, me justifico diciendo que:

Unas veces por causas ajenas, otras por distracción, acaso hasta por temor..., no dedicamos tiempo (suficiente) a pararnos para escuchar las palabras que nos dice el corazón.

Hasta la Vida, unas veces la podemos percibir como un regalo (el más valioso), pero también puede que, en ocasiones, no nos damos cuenta del valor que tiene, o nos falta el coraje de reconocerlo; como si ello nos fuese a exigir una respuesta tal que pensamos que no sabríamos cómo corresponder…, ni a Mamá-Papá Dios ni, tal vez, a mamá y papá humanos portadores de esa vida nueva que nos es regalada.

 

También hay ocasiones en las que, distraídamente, no somos conscientes de que vivir es más que “disfrutar” de los acontecimientos, de las “oportunidades placenteras” que se nos presenten; sino, también, de trabajar por la felicidad de los demás seres humanos con quienes nos tratamos.

 

Pues bien: eso es lo que, de verdad, nos dará el gozo de llegar a tener la certeza de que nuestra vida no está pasando inútilmente, sino de que es un constante avanzar hacia ese Destino que nos hemos marcado.

          

Con estos poemas, lo que pretendo es: invitar a quien se pare a leerlos (meditarlos, rezarlos) a pensar que, cualquier persona, aun aportando sólo algo pequeño, con sencillez, aún en algún lugar perdido de lo ancho del mundo..., puede contribuir positivamente a que ¡sea posible un mañana mejor!

                 

Me gustaría que hubiese ¡tanta gente! que se una a mis sueños y, juntos, (aunque no lo estemos geográficamente) vivir la esperanza de una manera activa.

 

Desde que el mundo es mundo, desde ese inaugural tiempo de la historia de toda la humanidad, hombre, mujeres, niños…, llevamos clavada como una “espina podrida” en las entrañas (muy oculta), ¿endemoniada?, que nos hace querer ser cuanto no somos.

 

¡Y ese “pecado” nos tiene siempre insatisfechos o, acaso, hasta dudosos de si la vida es hermosa o atroz!

 

Quiera el Dios Padre-Madre de la Vida que, aunque sea después de sufrir soledades, temores, crisis, enfados, desencuentros…, lleguemos a descubrir que es el amor (benevolente, gratuito, limpio), que se entrega desde la generosidad del corazón, lo que Él espera que todas sus criaturas descubramos; pues verdaderamente ¡esa es la única manera de llegar a ser eternamente felices!

 

Estoy convencido de que creerlo, ya nos hace disfrutar de la existencia, cotidianamente, con ilusión:

 

Ilusión que es tener un sentido para atrapar la vida que tenemos. Ilusión que es saber que todo tiene una razón de ser. Desde el levantarse, cada día, de mañana, con ganas de hacer algo… ¡porque nos gusta disfrutar de cuanto nos ofrece la existencia!

 

Creerlo es aprehender a ilusionarse al descubrir que detrás de un sonido hay una realidad hermosa: es un pájaro que canta, es un niño el que grita o balbucea palabras, son las olas que braman; son las manos de un ser humano, con alma lírica, las que hacen sonar las esas teclas de un piano…

 

Creer es esperar, confiadamente. Es mantener viva la ilusión de una certera ESPERANZA de que se realice…, ¡siquiera algo de lo que soñamos! 

 

Si perdemos la fe en el mañana, si dejamos de creer que el Mundo puede (y debe) ser mejor cada día ¡estaremos dejando “infecundos” los  Sacramentos del Bautismo y la Confirmación que, en su día recibimos. ¿O no?

 

Hemos de tener la certeza de que, detrás del atardecer, después del ocaso que cierra la jornada, detrás de la negrura de la noche… ¡vendrá el nuevo día, con nueva luz y más posibilidades para hacer realidad algo que se acerque a nuestro mejor deseo: la llegada de un Mundo Nuevo, siempre mejor que cuanto ya ha pasado o sucedido hasta el momento.

 

Así, ¡lograr ser felices disfrutando de la vida!

 

Mirando la vida, atentamente, podremos descubrir, siempre, ¡lo que está en nuestro adentro, en lo hondo de nuestra alma!

 

Pues es en lo más profundo de nuestro ser donde se encierra “lo esencial”.

 

 

¿Quiénes se atreven a recorrer esta aventura de ahondar la propia intimidad con esta colección de 75 poemas?

 

Se trata de que busquemos en ese “tesoro escondido” que todas y todos tenemos ahí, en lo más profundo de nuestro ser… ¡pero que es lo que nos mueve para llenar nuestras vidas de alegría, de gozo, de esperanza! 

 

Bueno y aclaro: como el importe íntegro de los ejemplares que se vendan hoy, en este acto, es a beneficio del proyecto de Acción Verapaz, quienes se lleven hoy el libro, estarán poniendo un ladrillito en una acción solidaria.

 

 

 

Acción solidaria que explicó sucintamente Paco Rengel:


La recaudación de los libros vendidos durante esta presentación, serán destinados al proyecto de Acción Verapaz de este año, que consiste en reforzar un centro de formación profesional para jóvenes en Rivière Froide, Carrefour (Haití).

 

Acabó el acto con algunas preguntas del público y con la firma de autógrafos por parte del autor.  




 

 


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