sábado, 23 de febrero de 2013

... Y EL AMOR



POETAS  ANDALUCES  
Y  EL  AMOR


Buen mes, debe ser, el de febrero, para pensar en el amor... que hasta los grandes almacenes nos invitan a que pensemos en las personas que tanto amamos...

Yo, en estos días, buscando entre nuestros poetas andaluces... He ido encontrando cosas realmente dignas de publicitarlas: hay versos  y frases y poemas enteros que  deberíamos incluir en nuestro “regalo de enamorados” de este mes de febrero del siglo veintiuno, con este legado literario del ya siglo pasado, pero aún tan “siglo nuestro” para casi todos los que leemos y escribimos.   



Empezaré recordando unos versos de Antonio Machado, para que el amor tiene mucho de compañerismo y añorada ternura:


“...dame tu mano y paseemos... Por estos campos de la tierra mía, bordados de olivares polvorientos, voy caminando solo, triste, cansado, pensativo y viejo.   Soñé que tú me llevabas... Sentí tu mano en la mía, tu mano de compañera, tu voz de niña en mi oído como una campana nueva...” (CXXII).



Lo que siente, lo que piensa, lo que dice Gustavo A. Bécquer es hasta increíble. Cosas como:

“Mientras haya unos ojos que reflejan los ojos que los miran; mientras responda el labio suspirando al labio que suspira; mientras sentirse puedan en un beso dos almas confundidas; mientras exista una mujer hermosa, ¡habrá poesía!”  (IV). 

 O también: 


“Hoy la tierra y los cielos me sonríen; hoy llega al fondo de mi alma el sol; hoy la he visto..., la he visto y me ha mirado... ¡Hoy creo en Dios!” (XVII).





Pero, no por menos poeta ni menos andaluz, vamos a dejar al lado de este tema a José María Pemán, que también supo expresar (incluso con más adultez) lo que es el amor:

A ti te debo, mujer, la más íntima dulzura y la más rara ventura que a nadie pude deber; porque te debo el saber íntimamente gozar la poesía de un hogar lleno de amor y alegría..., ¡que es la más honda poesía a fuerza de ser vulgar!

Por ti aprendí la verdad, y, de verdades henchidas, el alma le dio a la vida cimientos de eternidad. Por ti amo la austeridad del recio y hondo sentir; por ti, en mi claro vivir, de ritmo grave y pausado, ni me avergüenza el pasado, ni me inquieta el porvenir. 

Por ti tan sólo, mujer, hoy siento mi pobre vida preciada y  ennoblecida de un nuevo y alto valer; que es tan noble este querer, y es tan puro y verdadero el fervor hondo y sincero en que abrasándome estoy, que hoy sé lo mucho que soy por lo mucho que te quiero. 

Lecciones de amor amable, que todos podemos regalarnos..., sea o no febrero.



Y, para acabar, yo os digo:

Voy a hacer una fiesta en mi corazón:
la fiesta de la Amistad.
Porque verte me da alegría, porque
saber que existes me entusiasma, porque
escuchar tu voz y las cosas que me dices...
me ilusiona y llena de gozo todo mi ser.

Porque saber que estás... me hace sentir
que la Vida tiene sentido, que
todo tiene una razón de ser...

Yo contigo... me he encontrado.
Tú, conmigo... te has encontrado.
Nos hemos encontrado... en la vida.

Tu amistad me es necesaria para poder
avanzar en la esta aventura de vivir.
Yo te ofrezco mi mundo... personal.  

Invítame, por favor,
a la experiencia de tu amistad.

Ven. Vamos a construirla: aquí, ahora. ...
Vamos a hacer vividera la vida...
¡hasta la Eternidad!.

Vivir es convivir. No hay nada
como tener experiencias comunes
con alguien que te quiera y te comprenda.
Ven conmigo... ¡Vamos
a compartir el destino de la Vida!. 

No quiero más ser yo,
solamente yo, en el mi caminar, a solas...
Yo necesito ser más: alguien más:
ser plural, ser... “coexistencia”.


Yo, contigo, siempre disponible... para andar
cada uno y todos los caminos.
Contigo, por que sé que, contigo, sabré siempre
a dónde ir y porqué hacerlo...

Yendo por el camino de la vida, paso a paso,
hemos ido fundiendo nuestras almas...
y cómo que ya no somos tan diferentes.
Somos dos, no somos la misma persona,
pero somos iguales..., como “almas gemelas”.

Ahora ya sé que eres lo más importante
de la vida: lo mejor que me ha podido ocurrir.
Conocerte ha sido
saber que estabas... para quererte.

Mi corazón está dispuesto, está
abierto... “de par en par”.
No me importa hacer de mi vivir una entrega,
sabiendo que estás tú para acogerme.

Estamos siendo “regalo” permanente:
yo para ti, tú para mí...
Desinteresadamente... Aunque tú eres
lo que más me interesa de la Vida.  Y, quizá
yo lo sea para ti... 

Cada vez más, quiero “ser contigo”. Ser dos...
“siempre incondicionales”.  
Ni ser tú, ni ser yo: ser “tú y yo”, en reciprocidad.
Y estar cada día, y cada hora,
y cada minuto, y cada segundo...
“a tu entera disposición”. Creciendo
en la comunión de sentimientos y afectos.

Te necesito para decirte mis confidencias.
Quisiera escuchar tu voz y tu palabra,
sentir tu aliento y también oler
el perfume de tu piel.

Porque te conozco, porque
me conoces, tenemos ¡confianza!

Cada día que pasa te necesito más: eres
como el alimento que nutre mis células...

Vamos... ¡a compartir la vida!.
Sin distinguir entre lo que está a la vista
de todo el mundo y lo que es la intimidad.
Yo quiero tener “cosas en común” contigo.
Te necesito para llorar, para reír,
para esperar y para soñar... Para seguir creciendo,
para olvidar pasados tristes, para proyectar
futuros nuevos; para entusiasmarme
cada día, al ver salir el sol, para contar contigo
mientras observo un hermoso atardecer...

Cada paso que damos, lo damos
en capacidad para crecer... en el gozo
de nuestra Amistad.

Por eso conviene que celebremos,
cada día, una fiesta:
¡la fiesta de la Amistad!.

En esa mutua seguridad... de poder
contar siempre contigo: de vivir sabiendo
que cuento contigo, y de que tú
cuentas conmigo...  Eso es Amistad.



                              (en “Vivencias felices” 
                              del libro “Desde el Alféizar”)

                                              JOSE-MARIA  FEDRIANI






martes, 5 de febrero de 2013

ACTO POÉTICO



Próximo día 20 de marzo,
a las 20:00 hs.

En 


      - Ronda de Triana, 31

               RECITAL  
  POÉTICO  

A cargo de 

José-María Fedriani 

sobre textos de su libro 

“Ácido desoxirribonucleico”



Aquí algunos de sus poemas:


PARA SIEMPRE, 

ME GUSTARIA QUERERTE


Me gustaría quererte...
como el jardinero a sus flores,
como el marinero a su barca,
como el guerrillero a su fusil,
como la niña a su muñeca nueva.
Me gustaría quererte...
como el poeta a sus escritos inéditos,
como una anciana a sus recuerdos,
como el idealista a sus proyectos futuros,
como una bailarina a la ardiente ovación,
como el escultor a su obra más cargada de vida.

Me gustaría quererte...
como lo hacen dos amigos de siempre,
como una madre entregada a su hijo,
como conviven los hermanos
que aprendieron a jugar juntos,
como se lo demuestran dos jóvenes enamorados,
como se apoyan los camaradas
que luchan por una misma causa,
como todo creyente que ofrece, íntegramente,
su vida por los otros.

Me gustaría quererte...
cada día, cercanamente,
sabiendo, siempre,
que es posible vivir la vida
compartiendo muchas cosas y ratos contigo;
esperanzando muchos sueños junto a ti;
buscando y creyendo en la vida
que se hace
en compañía,
proyectando quehaceres
que puedan llegar a perdurar
por largo tiempo.

Para siempre...
Me gustaría
quererte...
Y para siempre.
Como la vida de un pueblo,
continuada de generación en generación;
como todo avanzar, sin prisas pero seguro,
por lograr una utopía.
Como la amistad que hacemos nuestra.
Para siempre
me gustaría quererte.


AÑORANZAS Y VIDA PRESENTE

La vida es una aventura  
que no siempre que la hacemos 
andamos bien los caminos 
que nos llevan al futuro.

Unas veces acertamos  
pero hay otras en que erramos.
Aceptar nuestro presente  
tiene... bastante que ver 
con aceptar con cariño   
todo aquello que fue nuestro pasado.
Porque todo lo que hoy  somos... 
es fruto de nuestra historia:  
de los aciertos, de los errores, 
las circunstancias...  con todo
lo que nacimos, lo que hicimos y pensamos.

Es el momento presente 
todo cuanto (ahora),  
de verdad, es que tenemos.
El futuro no ha llegado. 
El pasado quedó... atrás. 
Claro que siempre hay recuerdos...
y hay añoranzas... y hasta heridas
abiertas (como espinas clavadas
que en lo profundo nos duelen...)
de lo que pudo ser... y no fue.

A veces,  
bastantes veces,
hasta muchas veces,   
yo pienso,  yo recuerdo...,  
yo siento... 
Yo percibo en mi adentro
la añoranza de todo aquello que no fue:
de aquellas cosas que no supe vivir,
en aquel tiempo que fue presente,
pero que ya, ahora, es tiempo pasado.

Siento que hubo mil cosas...
que yo dejé...: dejé
mil palabras sin decirte, muchas
cosas que callé,  
dejé de darte, dejé de hacerte...
o simplemente,  de algún modo,
yo no te demostré.    
Lo que en aquellos momentos
llegué a sentir por ti.    
Hoy, ya no es,  
no puede ser 
lo que pasó...  ya para siempre. 
Que el presente 
sólo es  
presente 
cuando es.

Añoranzas son hoy 
los recuerdos que tengo
de todas ¡cuantas cosas!
que deseé, acaso hasta que quise
y las busqué... pero nunca llegaron 
a ser realidad.

La vida transcurre... aunque no sea
como la arena del reloj,
Va pasando... sin cesar: va y va...
No puede haber ya vuelta atrás:
nunca hay vuelta atrás en el tiempo.
Quizá podemos recordar, hasta intentar
repetir viejas escenas, pero ya
nunca son;
ahora serán otras, siempre nuevas.
No, tampoco siempre habrán
de ser peores..., que no todo tiempo pasado
fue siempre mejor.

Pero mi aquel cariño hacia ti, mujer,
ya no es posible
trasladarlo, por el espacio y el tiempo

a aquellos días
en que te quise y te quise tanto...

Yo sé que tú sabías...
Tú sabías que yo... pero los dos callamos.
Tú sabías que yo te miraba
con ojos de deseo...
Tú sabías que yo deseaba...
Que hubiera querido...
tomarte de la mano y llevarte
a caminar, desnudos los dos,
por la orilla del mar, besar tus labios... 
y sentir que respirábamos el mismo aire,
echarnos en la arena y almorzar
compartiendo la comida que
llevábamos, que tú que yo teníamos...
Y, luego, echados sobre la arena,  
dormir juntos una siesta..., sintiendo,
mutuamente, nuestros cuerpos vibrar
mientras dormíamos.
Y despertar teniendo tu piel junto
a mi piel, tan cerca...
que nos sentimos invitados a jugar
a tocarnos mutuamente:
a acariciarnos con los pies,
y luego con la lengua,
así, turnándonos...
Despreocupados totalmente
de sí alguien nos miraba... porque
por encima del pudor estaba el gozo
de sentirnos vivir la vida...
Y, por fin, llegar a besarnos
como nunca lo hubiésemos hecho...
en un largo y sabroso beso...
para acabar muy unidos
y abrazados fuertemente, hasta vivir
la sensación de unidad plena,
como en un orgasmo de olas y de espuma
y de arena y de sol
y de brisa marina y de felicidad.  

Añoranzas son...  que, tú lo sabes,
yo deseé, yo quise y busqué...
pero nunca llegaron  a ser realidad:
es como una historia incompleta...

Pero la historia es pasado: se hizo toda, 
se escribió sobre el papel
de nuestros días del ayer...
con una tinta imposible
de borrar, ni tampoco
nos da la posibilidad de,
apenas, ser corregida...
El presente es lo que importa.
El aquí,  el ahora... ¡eso es lo que tenemos! 
No podemos añorar aquello
que ya no ha sido. 
Ni es, tampoco, racional  dolernos
por lo que acaso... pudo ser,  pero no fue. 
Que tan sólo es aceptándolo como sabremos
vivir el ahora... que sí poseemos.  
Y, así, disfrutar, en presente, la vida. 



       EN EL PUENTE

Salí a la calle casi sin rumbo...
al llegar al puente y ver
cómo la luz amanecía
tras la ciudad llena de torres.

Me paré junto a la barandilla,
apoyando mis brazos
sobre el negro y frío hierro.

Pensaba en ti: ¡cómo
le gustaría a ella ver
este colorido tan diverso,
tan espectacular!
Y cómo me gustaría a mí
que lo vieras conmigo...

Lo pensaba, casi con miedo,
con una cierta añoranza, sintiendo
que podía desearlo
pero que quizá nunca
lo podríamos hacer realidad.
Por un momento me embargó la tristeza,
cayendo en la cuenta de que,
acaso, ni siquiera
volveríamos a vernos...

De pronto, llegaste,
sin que yo me diera cuenta.
Tomaste mi mano y la apretaste
contra tu pecho.

Y sentí cómo lo infinito
se hacía finito,
cómo lo imposible se hacía posible,
y que el cielo estaba aquí,
tan cerca de mí,
en Sevilla, en Triana...
tocándome.