POETAS ANDALUCES
Y EL AMOR
Y EL AMOR
Buen
mes, debe ser, el de febrero, para pensar en el amor... que hasta los grandes
almacenes nos invitan a que pensemos en las personas que tanto amamos...
Yo,
en estos días, buscando entre nuestros poetas andaluces... He ido encontrando
cosas realmente dignas de publicitarlas: hay versos y frases y poemas enteros que deberíamos incluir en nuestro “regalo de
enamorados” de este mes de febrero del siglo veintiuno, con este legado
literario del ya siglo pasado, pero aún tan “siglo nuestro” para casi todos los
que leemos y escribimos.
Empezaré
recordando unos versos de Antonio Machado, para que el amor tiene mucho de
compañerismo y añorada ternura:
“...dame tu mano y paseemos... Por estos campos de
la tierra mía, bordados de olivares polvorientos, voy caminando solo, triste,
cansado, pensativo y viejo. Soñé que tú
me llevabas... Sentí tu mano en la mía, tu mano de compañera, tu voz de niña en
mi oído como una campana nueva...” (CXXII).
Lo
que siente, lo que piensa, lo que dice Gustavo A. Bécquer es hasta increíble.
Cosas como:
“Mientras haya unos ojos que reflejan los ojos que
los miran; mientras responda el labio suspirando al labio que suspira; mientras
sentirse puedan en un beso dos almas confundidas; mientras exista una mujer
hermosa, ¡habrá poesía!” (IV).
O también:
“Hoy la tierra y los cielos me sonríen; hoy llega
al fondo de mi alma el sol; hoy la he visto..., la he visto y me ha mirado...
¡Hoy creo en Dios!” (XVII).
Pero,
no por menos poeta ni menos andaluz, vamos a dejar al lado de este tema a José
María Pemán, que también supo expresar (incluso con más adultez) lo que es el
amor:
A ti te
debo, mujer, la más íntima dulzura y la más rara ventura que a nadie pude
deber; porque te debo el saber íntimamente gozar la poesía de un hogar lleno de
amor y alegría..., ¡que es la más honda poesía a fuerza de ser vulgar!
Por ti
aprendí la verdad, y, de verdades henchidas, el alma le dio a la vida cimientos
de eternidad. Por ti amo la austeridad del recio y hondo sentir; por ti, en mi
claro vivir, de ritmo grave y pausado, ni me avergüenza el pasado, ni me
inquieta el porvenir.
Por ti
tan sólo, mujer, hoy siento mi pobre vida preciada y ennoblecida de un nuevo y alto valer; que es
tan noble este querer, y es tan puro y verdadero el fervor hondo y sincero en
que abrasándome estoy, que hoy sé lo mucho que soy por lo mucho que te quiero.
Lecciones de amor amable, que todos podemos regalarnos..., sea o no febrero.
Lecciones de amor amable, que todos podemos regalarnos..., sea o no febrero.
Y, para acabar, yo os digo:
Voy a hacer una fiesta en mi corazón:
Voy a hacer una fiesta en mi corazón:
la fiesta de la Amistad.
Porque verte me da alegría, porque
saber que existes me entusiasma, porque
escuchar tu voz y las cosas que me dices...
me ilusiona y llena de gozo todo mi ser.
Porque saber que estás... me hace sentir
que la Vida tiene sentido, que
todo tiene una razón de ser...
Yo contigo... me he encontrado.
Tú, conmigo... te has encontrado.
Nos hemos encontrado... en la vida.
Tu amistad me es necesaria para poder
avanzar en la esta aventura de vivir.
Yo te ofrezco mi mundo... personal.
Invítame, por favor,
a la experiencia de tu amistad.
Ven. Vamos a construirla: aquí, ahora. ...
Vamos a hacer vividera la vida...
¡hasta la Eternidad!.
Vivir es convivir. No hay nada
como tener experiencias comunes
con alguien que te quiera y te comprenda.
Ven conmigo... ¡Vamos
a compartir el destino de la Vida!.
No quiero más ser yo,
solamente yo, en el mi caminar, a solas...
Yo necesito ser más: alguien más:
ser plural, ser... “coexistencia”.
Yo, contigo, siempre disponible... para andar
cada uno y todos los caminos.
Contigo, por que sé que, contigo, sabré siempre
a dónde ir y porqué hacerlo...
Yendo por el camino de la vida, paso a paso,
hemos ido fundiendo nuestras almas...
y cómo que ya no somos tan diferentes.
Somos dos, no somos la misma persona,
pero somos iguales..., como “almas gemelas”.
Ahora ya sé que eres lo más importante
de la vida: lo mejor que me ha podido ocurrir.
Conocerte ha sido
saber que estabas... para quererte.
Mi corazón está dispuesto, está
abierto... “de par en par”.
No me importa hacer de mi vivir una entrega,
sabiendo que estás tú para acogerme.
Estamos siendo “regalo” permanente:
yo para ti, tú para mí...
Desinteresadamente... Aunque tú eres
lo que más me interesa de la Vida. Y, quizá
yo lo sea para ti...
Cada vez más, quiero “ser contigo”. Ser dos...
“siempre incondicionales”.
Ni ser tú, ni ser yo: ser “tú y yo”, en reciprocidad.
Y estar cada día, y cada hora,
y cada minuto, y cada segundo...
“a tu entera disposición”. Creciendo
en la comunión de sentimientos y afectos.
Te necesito para decirte mis confidencias.
Quisiera escuchar tu voz y tu palabra,
sentir tu aliento y también oler
el perfume de tu piel.
Porque te conozco, porque
me conoces, tenemos ¡confianza!
Cada día que pasa te necesito más: eres
como el alimento que nutre mis células...
Vamos... ¡a compartir la vida!.
Sin distinguir entre lo que está a la vista
de todo el mundo y lo que es la intimidad.
Yo quiero tener “cosas en común” contigo.
Te necesito para llorar, para reír,
para esperar y para soñar... Para seguir creciendo,
para olvidar pasados tristes, para proyectar
futuros nuevos; para entusiasmarme
cada día, al ver salir el sol, para contar contigo
mientras observo un hermoso atardecer...
Cada paso que damos, lo damos
en capacidad para crecer... en el gozo
de nuestra Amistad.
Por eso conviene que celebremos,
cada día, una fiesta:
¡la fiesta de la Amistad!.
En esa mutua seguridad... de poder
contar siempre contigo: de vivir sabiendo
que cuento contigo, y de que tú
cuentas conmigo... Eso es
Amistad.
(en “Vivencias felices”
del libro “Desde el Alféizar”)
JOSE-MARIA
FEDRIANI